martes, 17 de febrero de 2009

Formas y maneras

Querer correr. Quedarse callado porque no se puede añadir nada más a las percepciones reales, a los horizontes abiertos. A la pura posibilidad.

Querer esconderse. Agazaparse ante los problemas, ante lo que no funciona. Ante la prisa.

Querer gritar a grititos intermitentes de hiperactividad. De pensamientos que fluyen demasiado rápido y no reciben los suficientes rayos de sol como para crecer.

Querer conseguirlo.


Contestar demasiado alto demasiadas veces seguidas. Hasta que la fórmula para liberar la tensión llega en forma de abrazo y no de desabafo más.

Situar al de enfrente en el mismo escalón que la presión que pende de tu cabeza. Mirarlo a los ojos y que tus manos tengan ganas de rozar ese rostro. De hacerlo sonréir.

¿Por qué parece tan difícil, si todos tenemos la teoría tan clara?

Foto: Parque de Vigeland, Oslo - Tapperoa (Flickr)

1 comentario:

Los viajes que no hice dijo...

Porque somos gilipollas y no (nos) cuidamos...