Cada vez que entro en una librería mi altura se reduce a menos de un metro, llevo el pelo recogido con dos coletas y estiro fuerte de la mano de mi madre porque quiero montarme en todas las atracciones, comerme absolutamente todas las chuches y no tengo pensado irme a dormir sin haberlo tocado todo. Sin haber probado todas las posibilidades que se abren ante mis ojos.
Los libros me producen ese entusiasmo infantil, ese mareo. Un olvido total del tiempo porque lo único que existe es la concentración en el ritual de leer títulos, observar portadas, leer la sinopsis y, a continuación, las primeras páginas. Hay quien no puede resistirse ante las finales pero yo no tengo prisa.
Descartar, dudar, avanzar, retroceder, acordarse de un nombre, subirse a la escalera, preguntar al librero o a la librera, encontrarse con alguien que hacía tiempo que no veías y ya tiene su propio espacio reservado en mi casa. Sorprenderse porque no paran de aparecer nuevos autores, nuevas editoriales, formatos distintos.
Deambular entre las estanterías y hablar con los libros antes de que ellos hablen por sí mismos. Acordarse de otras personas porque, en el fondo, tengo alma de bibliotecaria.
Y seleccionar. Al final no queda más remedio que acabar eligiendo entre cientos de opciones, la tuya. Las tuyas. Porque es raro el día que a la hora de pagar no piense: ¡Qué bruta eres! Aunque siempre me consuela saber que, por mucho que pudiera hacerlo de otra manera, lo seguiría haciendo así, igual que los niños que repiten una y veinte veces lo que les gusta.
Playlist abril:
"Vida de Pablo" / Carlos Pardo / Periférica
"Nocturno de Chile" / Roberto Bolaño / Anagrama
"Viaje de invierno" / Amélie Nothomb / Anagrama
lunes, 28 de marzo de 2011
lunes, 21 de marzo de 2011
Día Mundial de la Poesía
martes, 15 de marzo de 2011
De diario
lunes, 21:01
La realidad y su negativo. Los juegos de la luz. ¿Qué es más importante: lo que se dice o lo que se calla?
Si hay algo que me gusta del taller de escritura creativa es el efecto desguace. Estas son las piezas, esta es su función y tú decides qué construyes con ellas. O qué destruyes porque sin conflicto no vamos a ninguna parte. Al menos, a ninguna parte que merezca la pena ser contada.
lunes, 21:31
Mi personaje de cómic sigue corriendo con una mochila demasiado cargada sobre los hombros, como esas mañanas en las que antes de subir una de las cuestas más empinadas de Cáceres se empeña en encender un cigarro con una mano mientras con la otra sujeta el trípode de la cámara.
Mi personaje de cómic hace planes a largo plazo que querrá cumplir, mientras encuentra argumentos para aplazar lo que debe hacer inmediatamente.
Mi personaje de cómic está descubriendo las técnicas que le hacen más resistente contra el tiempo, la distancia y el impacto de los meteoritos.
La próxima vez que te lo encuentres tendrá un libro de Henry James en las manos, tarareará de memoria la ley de la gravitación universal y habrá aprendido a distinguir sin abrir los ojos a Cary Grant de Gary Cooper.
Hay días que mi personaje de cómic se mueve como un muñeco de plastilina en stop motion que se derrite, se re-forma, se moldea y se vuelve a cargar con la mochila roja a las espaldas, a ver si esta vez es capaz de subir la dichosa cuesta sin que le fallen las piernas.
La realidad y su negativo. Los juegos de la luz. ¿Qué es más importante: lo que se dice o lo que se calla?
Si hay algo que me gusta del taller de escritura creativa es el efecto desguace. Estas son las piezas, esta es su función y tú decides qué construyes con ellas. O qué destruyes porque sin conflicto no vamos a ninguna parte. Al menos, a ninguna parte que merezca la pena ser contada.
lunes, 21:31
Mi personaje de cómic sigue corriendo con una mochila demasiado cargada sobre los hombros, como esas mañanas en las que antes de subir una de las cuestas más empinadas de Cáceres se empeña en encender un cigarro con una mano mientras con la otra sujeta el trípode de la cámara.
Mi personaje de cómic hace planes a largo plazo que querrá cumplir, mientras encuentra argumentos para aplazar lo que debe hacer inmediatamente.
Mi personaje de cómic está descubriendo las técnicas que le hacen más resistente contra el tiempo, la distancia y el impacto de los meteoritos.
La próxima vez que te lo encuentres tendrá un libro de Henry James en las manos, tarareará de memoria la ley de la gravitación universal y habrá aprendido a distinguir sin abrir los ojos a Cary Grant de Gary Cooper.
Hay días que mi personaje de cómic se mueve como un muñeco de plastilina en stop motion que se derrite, se re-forma, se moldea y se vuelve a cargar con la mochila roja a las espaldas, a ver si esta vez es capaz de subir la dichosa cuesta sin que le fallen las piernas.
viernes, 11 de marzo de 2011
De pueblo
No me hace falta escarbar mucho en la memoria para saber porqué llego a una aldea como Trevejo y me dan ganas de saludar al panadero como si lo hubiera visto hace dos días, como si lo conociera de toda la vida.
Porqué me visualizo comprando magdalenas recién hechas, abriendo la puerta de casa, besando a los abuelos y ayudando a poner la mesa mientras se van contando las incidencias climatológicas de la semana en el campo.
En esa imagen es domingo y hay niños correteando. Quieren ver los conejos, bajar al curro, ordeñar las vacas. En esa imagen ¿porqué no? yo soy el abuelo.
Trevejo es como San Mamed, la aldea gallega en la que están enterradas las raíces más profundas de mi familia y también las historias más truculentas. Las aventuras más arriesgadas de la infancia. Es la distancia existente entre fuera-dentro. O eres de allí o eres de lo que te vas.
Hace 24 años que vivo intoxicada por la ciudad pero cada vez que llego a un sitio como Trevejo imagino que no, que no nos fuímos. Que hay un yo, una de las múltiples, que no conoce más que lo que ve y que no quiere más que lo que tiene.
Porqué me visualizo comprando magdalenas recién hechas, abriendo la puerta de casa, besando a los abuelos y ayudando a poner la mesa mientras se van contando las incidencias climatológicas de la semana en el campo.
En esa imagen es domingo y hay niños correteando. Quieren ver los conejos, bajar al curro, ordeñar las vacas. En esa imagen ¿porqué no? yo soy el abuelo.
Trevejo es como San Mamed, la aldea gallega en la que están enterradas las raíces más profundas de mi familia y también las historias más truculentas. Las aventuras más arriesgadas de la infancia. Es la distancia existente entre fuera-dentro. O eres de allí o eres de lo que te vas.
Hace 24 años que vivo intoxicada por la ciudad pero cada vez que llego a un sitio como Trevejo imagino que no, que no nos fuímos. Que hay un yo, una de las múltiples, que no conoce más que lo que ve y que no quiere más que lo que tiene.
miércoles, 9 de marzo de 2011
La silla
Las historietas de Gabrielle Bell.
La voz y la guitarra de Tulsa en la radio.
El placer de ver películas como "Arde Mississippi" y "Adivina quién viene esta noche".
La sonoridad de la palabra transar si es Isra quien la pronuncia con su portugués de Brasil en una mesa que sólo le exige una cosa al pasado: no olvidar la risa.
Una foto pop en el muro del nuevo Templo de Diana.
Las locuras del pequeño David, que todavía no sabe en qué idioma habla.
La puntería de Javier para inventar una buena historia en apenas 15 minutos.
La vida se vive de muchas maneras posibles y todo esto me hace caminar hoy más rápido, a pesar del viento frío en la cara y de la resaca de tabaco en la garganta.
No puedo convertirme en una silla como Cecil, pero sí puedo sentirlo y esa clase de desconcierto siempre funciona conmigo. Voy a probarlo ahora contigo.
Foto: "Cecil y Jordan en Nueva York", Gabrielle Bell, Ediciones La Cúpula
La voz y la guitarra de Tulsa en la radio.
El placer de ver películas como "Arde Mississippi" y "Adivina quién viene esta noche".
La sonoridad de la palabra transar si es Isra quien la pronuncia con su portugués de Brasil en una mesa que sólo le exige una cosa al pasado: no olvidar la risa.
Una foto pop en el muro del nuevo Templo de Diana.
Las locuras del pequeño David, que todavía no sabe en qué idioma habla.
La puntería de Javier para inventar una buena historia en apenas 15 minutos.
La vida se vive de muchas maneras posibles y todo esto me hace caminar hoy más rápido, a pesar del viento frío en la cara y de la resaca de tabaco en la garganta.
No puedo convertirme en una silla como Cecil, pero sí puedo sentirlo y esa clase de desconcierto siempre funciona conmigo. Voy a probarlo ahora contigo.
Foto: "Cecil y Jordan en Nueva York", Gabrielle Bell, Ediciones La Cúpula
martes, 1 de marzo de 2011
De verbos
Algunos hechos aparentemente inconexos coinciden si barajas espacio y tiempo conmigo como carta.
Zapatero reduce el límite de velocidad a 110km como medida para el ahorro energético, mientras las empresas eléctricas siguen ganando miles de millones de euros gracias a nuestro consumo y a los impuestos.
"La red social" no se ha llevado nada en los Oscar pero Facebook vale 25 billones de dólares, nos ha cambiado la vida a unos cuantos millones de seres en este planeta y se ha convertido en la mirilla de "¿cómo estás?" y "¿qué haces?" que mueve a esos cuantos millones de personas en este dichoso planeta.
Le debo una llamada a Cristina, una visita a mi familia, una cena a Olga y el déficit de horas sigue siendo mío.
G. lee en voz alta "Anatomía de un instante" de Javier Cercas y no puedo más que exclamar "¡qué momento!" cuando Armada habla con el Rey y el Rey no le dice ven.
En el noroeste de Extremadura hay una aldea llamada Trevejo, habitada por ¿diez, quince? personas que viven, día a día, alejadas de los movimientos geopolíticos del petróleo, las intrigas políticas y las convulsiones de la red. Que han envejecido, día a día, mes a mes, año a año, conviviendo con la soledad y con el cachito de preocupación y alegría que les correspondía.
Y en la obra de teatro "La avería" de Dürrenmatt se dice algo así como que la memoria es tan engañosa, tan empeñadamente traicionera, que te lleva a pensar que has vivido lo que simplemente te ha pasado.
Foto: Trevejo, Sierra de Gata
Zapatero reduce el límite de velocidad a 110km como medida para el ahorro energético, mientras las empresas eléctricas siguen ganando miles de millones de euros gracias a nuestro consumo y a los impuestos.
"La red social" no se ha llevado nada en los Oscar pero Facebook vale 25 billones de dólares, nos ha cambiado la vida a unos cuantos millones de seres en este planeta y se ha convertido en la mirilla de "¿cómo estás?" y "¿qué haces?" que mueve a esos cuantos millones de personas en este dichoso planeta.
Le debo una llamada a Cristina, una visita a mi familia, una cena a Olga y el déficit de horas sigue siendo mío.
G. lee en voz alta "Anatomía de un instante" de Javier Cercas y no puedo más que exclamar "¡qué momento!" cuando Armada habla con el Rey y el Rey no le dice ven.
En el noroeste de Extremadura hay una aldea llamada Trevejo, habitada por ¿diez, quince? personas que viven, día a día, alejadas de los movimientos geopolíticos del petróleo, las intrigas políticas y las convulsiones de la red. Que han envejecido, día a día, mes a mes, año a año, conviviendo con la soledad y con el cachito de preocupación y alegría que les correspondía.
Y en la obra de teatro "La avería" de Dürrenmatt se dice algo así como que la memoria es tan engañosa, tan empeñadamente traicionera, que te lleva a pensar que has vivido lo que simplemente te ha pasado.
Foto: Trevejo, Sierra de Gata
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