Cada vez que entro en una librería mi altura se reduce a menos de un metro, llevo el pelo recogido con dos coletas y estiro fuerte de la mano de mi madre porque quiero montarme en todas las atracciones, comerme absolutamente todas las chuches y no tengo pensado irme a dormir sin haberlo tocado todo. Sin haber probado todas las posibilidades que se abren ante mis ojos.
Los libros me producen ese entusiasmo infantil, ese mareo. Un olvido total del tiempo porque lo único que existe es la concentración en el ritual de leer títulos, observar portadas, leer la sinopsis y, a continuación, las primeras páginas. Hay quien no puede resistirse ante las finales pero yo no tengo prisa.
Descartar, dudar, avanzar, retroceder, acordarse de un nombre, subirse a la escalera, preguntar al librero o a la librera, encontrarse con alguien que hacía tiempo que no veías y ya tiene su propio espacio reservado en mi casa. Sorprenderse porque no paran de aparecer nuevos autores, nuevas editoriales, formatos distintos.
Deambular entre las estanterías y hablar con los libros antes de que ellos hablen por sí mismos. Acordarse de otras personas porque, en el fondo, tengo alma de bibliotecaria.
Y seleccionar. Al final no queda más remedio que acabar eligiendo entre cientos de opciones, la tuya. Las tuyas. Porque es raro el día que a la hora de pagar no piense: ¡Qué bruta eres! Aunque siempre me consuela saber que, por mucho que pudiera hacerlo de otra manera, lo seguiría haciendo así, igual que los niños que repiten una y veinte veces lo que les gusta.
Playlist abril:
"Vida de Pablo" / Carlos Pardo / Periférica
"Nocturno de Chile" / Roberto Bolaño / Anagrama
"Viaje de invierno" / Amélie Nothomb / Anagrama
lunes, 28 de marzo de 2011
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1 comentario:
Y olerlos...
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