De chico, Suso 33 era tartamudo. Ahora lo cuenta sin parpadear cada vez que le toca hablar en público o responder a las cámaras de televisión. Lo achaca al hecho de ser zurdo y que intentaran corregírselo. El caso es que hoy consigue explicarse perfectamente con palabras ante pequeñas masas y no le impresionan las multitudes -es más, pone a prueba nuestro sentido de la espontaneidad - porque si no encuentra la palabra justa, siempre tiene a mano el dibujo que es capaz de ejecutar indistintamente con la derecha o con la izquierda. De un solo trazo, sin necesidad de cambiar de posición. Con tinta mágica o con graffiti láser. Con un fumigador y en cualquier tamaño.
Suso 33 pasó por Mérida y nos mostró sus "Ausencias", ese modo de sentir que nuestra sombra se va quedando plasmada en las casas que deshabitamos, en los muros y aceras por las que transitamos. Algo de nosotros se queda prendido en otros cuerpos abandonados.
En una mañana de correrías y prisa, me regaló la palabra caligrama y las ganas de salir a la calle para dibujar en la pared tu paso y la energía que se queda atrapada.
Foto: suso33.com
martes, 27 de octubre de 2009
martes, 20 de octubre de 2009
Pendular
Hay días que me despierto diciendo
assim
joelhos magoados
férias
devagar devagarinho
antes de saíres para o trabalho
y me entran unas ganas malucas de ir a Madrid sólo para que no se me escape Rodrigo Leão y su música de cine antiguo, de regalar los discos de A naifa a todo quisqui, de decir "estuve allí" la noche de Da Weasel y la Orquestra de Madeira, con el cerebro de Rui Massena a la cabeza.
Muda o teu número, eu mudei o meu.
Há dias que falo uma outra língua, a verdade apanha-se com enganos, que le coloco un acento a mi nombre, el pelo crece y se tiñe de vermelho y los mofletes emagrecem. Y todos nós estábamos más...... menos..... mas...
Há dias que acordo a dizer
olhámo-nos
ficaste para sempre
na na na na nai nai na
assim
joelhos magoados
férias
devagar devagarinho
antes de saíres para o trabalho
y me entran unas ganas malucas de ir a Madrid sólo para que no se me escape Rodrigo Leão y su música de cine antiguo, de regalar los discos de A naifa a todo quisqui, de decir "estuve allí" la noche de Da Weasel y la Orquestra de Madeira, con el cerebro de Rui Massena a la cabeza.
Muda o teu número, eu mudei o meu.
Há dias que falo uma outra língua, a verdade apanha-se com enganos, que le coloco un acento a mi nombre, el pelo crece y se tiñe de vermelho y los mofletes emagrecem. Y todos nós estábamos más...... menos..... mas...
Há dias que acordo a dizer
olhámo-nos
ficaste para sempre
na na na na nai nai na
jueves, 15 de octubre de 2009
Trafagar*
Cristina me regaló una bola del mundo blandita y azul, que a veces sirve de almohada y, otras, me la coloco entre las piernas para darle vueltas y vueltas. La lanzo al aire, la aplasto y juego a que el mundo es mío; a que tendré tiempo suficiente, dinero, ganas y oportunidad de hacerlo mío.
¿Dónde están las Comores? ¿Con qué países hace frontera Irán? ¡Qué grande es la Antártida! ¿A qué suena Antananarivo? Ulan Bator, a Jaime. Palmira a unas cuantas hijas de anarquistas nacidas en los cuarenta.
En ella voy redibujando las fronteras. A medida que sé cómo son los abrazos en el parque Vigeland de Oslo, cuánto cuesta un dólar en La Habana, un café en Lisboa o cómo le pesan al cuerpo las horas de barco entre las islas griegas, voy trazando líneas y diseñando mi particular cartografía. Una que sabe a pastela marroquí, a chorizo gallego y a tomate de Miajadas. A cerveza en cualquier lugar.
Ella es la excusa para volver al Cadaqués de Josep Pla, al Weimar de Goethe. A las Azores, para recorrer Ponta Delgada en un seat panda rojo. ¿Será 6 de junio? ¿Y en Edimburgo? Seguro que es agosto y las calles están llenas de titiriteros.
Escucho la palabra compañero y recuerdo que a veces viajé por viajar, otras buscando algo concreto, por trabajo, para descansar, para escapar, sola o acompañada, viajar ligero, llena de referencias o de simple curiosidad pero siempre sabiendo que es un privilegio. Que hay pocas ilusiones como ésta de abarcar el mundo.
Al viaje no le basta un tiempo concreto. Viajar es gerundio, como Portugal y mi puente. Viajas antes, durante y después, como en un bucle, una imagen que se retroalimenta, que te impide parar. Sin saber porqué, cuándo ni cómo, un lugar de paso se transforma en hogar; la obligación, en placer; porqué se destruyen mitos o se levantan otros; si conocerás a alguien que te regalará el horizonte en las terrazas de Madrid o el fondo del mar Egeo.
Viajar es no saber cuándo ni porqué algo menudo provoca que el tiempo se pare en un mapa entre las piernas, allá entre lo impreciso y lo perenne.
* Andar o errar por varios países, correr mundo.
Foto: Parque Vigeland, Tapperoa / Cadaqués, MorBCN - Flickr
¿Dónde están las Comores? ¿Con qué países hace frontera Irán? ¡Qué grande es la Antártida! ¿A qué suena Antananarivo? Ulan Bator, a Jaime. Palmira a unas cuantas hijas de anarquistas nacidas en los cuarenta.
En ella voy redibujando las fronteras. A medida que sé cómo son los abrazos en el parque Vigeland de Oslo, cuánto cuesta un dólar en La Habana, un café en Lisboa o cómo le pesan al cuerpo las horas de barco entre las islas griegas, voy trazando líneas y diseñando mi particular cartografía. Una que sabe a pastela marroquí, a chorizo gallego y a tomate de Miajadas. A cerveza en cualquier lugar.
Ella es la excusa para volver al Cadaqués de Josep Pla, al Weimar de Goethe. A las Azores, para recorrer Ponta Delgada en un seat panda rojo. ¿Será 6 de junio? ¿Y en Edimburgo? Seguro que es agosto y las calles están llenas de titiriteros.
Escucho la palabra compañero y recuerdo que a veces viajé por viajar, otras buscando algo concreto, por trabajo, para descansar, para escapar, sola o acompañada, viajar ligero, llena de referencias o de simple curiosidad pero siempre sabiendo que es un privilegio. Que hay pocas ilusiones como ésta de abarcar el mundo.
Al viaje no le basta un tiempo concreto. Viajar es gerundio, como Portugal y mi puente. Viajas antes, durante y después, como en un bucle, una imagen que se retroalimenta, que te impide parar. Sin saber porqué, cuándo ni cómo, un lugar de paso se transforma en hogar; la obligación, en placer; porqué se destruyen mitos o se levantan otros; si conocerás a alguien que te regalará el horizonte en las terrazas de Madrid o el fondo del mar Egeo.
Viajar es no saber cuándo ni porqué algo menudo provoca que el tiempo se pare en un mapa entre las piernas, allá entre lo impreciso y lo perenne.
* Andar o errar por varios países, correr mundo.
Foto: Parque Vigeland, Tapperoa / Cadaqués, MorBCN - Flickr
martes, 6 de octubre de 2009
15:08
"Para el pasado, aún falta tiempo" - Li Catay (Felipe Benítez Reyes)
Los semáforos de Sevilla tienen incorporado un segundero que cuenta hacia atrás el tiempo que queda y a nosotros nos quedan, aproximadamente, 355.600 segundos para viajar a Tánger.
Al regreso, no me quedará más remedio que aceptar que ha llegado el otoño con sus cinco millones y pico de segundos de duración, mientras seguimos "soñando Berlín" (Chesku dixit), como si fuéramos protagonistas de una canción y el tiempo se desfragmentase en unidades lo suficientemente pequeñas como para hacer que se vuelvan insignificantes a los ojos del que espera.
Imagen: Ventana en Tánger - Henri Matisse
Los semáforos de Sevilla tienen incorporado un segundero que cuenta hacia atrás el tiempo que queda y a nosotros nos quedan, aproximadamente, 355.600 segundos para viajar a Tánger.
Al regreso, no me quedará más remedio que aceptar que ha llegado el otoño con sus cinco millones y pico de segundos de duración, mientras seguimos "soñando Berlín" (Chesku dixit), como si fuéramos protagonistas de una canción y el tiempo se desfragmentase en unidades lo suficientemente pequeñas como para hacer que se vuelvan insignificantes a los ojos del que espera.
Imagen: Ventana en Tánger - Henri Matisse
lunes, 5 de octubre de 2009
Geometría
viernes, 2 de octubre de 2009
Viver
jueves, 1 de octubre de 2009
Relectura
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