jueves, 15 de octubre de 2009

Trafagar*

Cristina me regaló una bola del mundo blandita y azul, que a veces sirve de almohada y, otras, me la coloco entre las piernas para darle vueltas y vueltas. La lanzo al aire, la aplasto y juego a que el mundo es mío; a que tendré tiempo suficiente, dinero, ganas y oportunidad de hacerlo mío.

¿Dónde están las Comores? ¿Con qué países hace frontera Irán? ¡Qué grande es la Antártida! ¿A qué suena Antananarivo? Ulan Bator, a Jaime. Palmira a unas cuantas hijas de anarquistas nacidas en los cuarenta.


En ella voy redibujando las fronteras. A medida que sé cómo son los abrazos en el parque Vigeland de Oslo, cuánto cuesta un dólar en La Habana, un café en Lisboa o cómo le pesan al cuerpo las horas de barco entre las islas griegas, voy trazando líneas y diseñando mi particular cartografía. Una que sabe a pastela marroquí, a chorizo gallego y a tomate de Miajadas. A cerveza en cualquier lugar.

Ella es la excusa para volver al Cadaqués de Josep Pla, al Weimar de Goethe. A las Azores, para recorrer Ponta Delgada en un seat panda rojo. ¿Será 6 de junio? ¿Y en Edimburgo? Seguro que es agosto y las calles están llenas de titiriteros.


Escucho la palabra compañero y recuerdo que a veces viajé por viajar, otras buscando algo concreto, por trabajo, para descansar, para escapar, sola o acompañada, viajar ligero, llena de referencias o de simple curiosidad pero siempre sabiendo que es un privilegio. Que hay pocas ilusiones como ésta de abarcar el mundo.

Al viaje no le basta un tiempo concreto. Viajar es gerundio, como Portugal y mi puente. Viajas antes, durante y después, como en un bucle, una imagen que se retroalimenta, que te impide parar. Sin saber porqué, cuándo ni cómo, un lugar de paso se transforma en hogar; la obligación, en placer; porqué se destruyen mitos o se levantan otros; si conocerás a alguien que te regalará el horizonte en las terrazas de Madrid o el fondo del mar Egeo.

Viajar es no saber cuándo ni porqué algo menudo provoca que el tiempo se pare en un mapa entre las piernas, allá entre lo impreciso y lo perenne.

* Andar o errar por varios países, correr mundo.

Foto: Parque Vigeland, Tapperoa / Cadaqués, MorBCN - Flickr

1 comentario:

chesku dijo...

Hermana, señala en esa bola de gomaespuma a la bella ciudad de Berlín. Señalala, por favor.