miércoles, 23 de septiembre de 2009

3"

Silvia camina por la otra acera con la cabeza erguida, agarrada a su bolso y mi mente la transforma inmediatamente en una ilustración por su nariz afilada y los gestos que hace a los coches.

Me gustaría saber dibujarla como si fuese un personaje de Jimmy Liao o un boceto de Helena Almeida. ¿Sabrá volar o saltar sobre las casas? Seguro que sí, porque es medio maga. Soy yo la torpe con las formas, no sé dibujar. Por eso, me conformo con reír observando cómo actúa ante la cámara y dudando si ella es ella o un haz de luz en mi cerebro.

martes, 22 de septiembre de 2009

Ida y Vuelta


"Uno se iba, y antes de irse soñaba con hacerlo, y ese sueño ya lo situaba a una cierta distancia de lo que tenía alrededor"

Antonio Muñoz Molina / Babelia, 19 de septiembre

lunes, 21 de septiembre de 2009

Destino

Antes que me engulla el otoño, quiero dejar constancia del silencio reverencial que impone la Acrópolis de Atenas vista desde la terraza del Central al anochecer, cuando se van encendiendo las lucecitas que diseñó un tal Pierre Bideau. Brindo por él y por los excesos de Pericles.

Quiero anotar que, a pesar de mi desorientación y del desorden de Atenas, conseguimos llegar a Epidauro y a Nauplia, volver de Delfos pese a los intentos suicidas del conductor de autobús. Que merece la pena llegar hasta lo que sólo existe en tu mente porque es allí donde encuentra garantía de supervivencia. Que no hay pregunta sin respuesta, si eso es lo que estás buscando.


Que la felicidad tiene, a veces, forma de desayuno en la terraza de Beatrice, rodeada de un gato pelirrojo reumático y otro demasiado travieso. Otras, se transforma en piedra caliza, en el concepto “later”, en azul, en tu perfil, en una teoría sobre el Sur y cómo el sol abre los poros de la piel y la predisposición. Que hay un entusiasmo casi infantil en flotar en las aguas del Egeo viendo perfectamente cómo aletean tus pies. Que no voy a olvidar la sensación de regreso a un lugar en el que no había estado antes.


Que me gustan los motivos y las referencias pero las razones, a veces, suelen llegar a posteriori. Porque en este viaje griego Patmos fue, en realidad, el destino, aunque el destino no siempre juegue de tu parte ni se ofrezca en la primera mirada.

miércoles, 16 de septiembre de 2009

Medea

Imito la pose de Margarita Xirgu en la "Medea" de 1933 en cada teatro griego que visitamos. Es la manera de decirle a ella y al Festival de Mérida que me han traído hasta aquí, que convierten este instante en algo más que pura piedra inerte e incómoda y que, si me siento sólo un momento, puedo oír los ecos y los pasos. Puedo ver las sombras de Esquilo, de Sófocles y Eurípides transitando por aquí.


También busco a Quirón, el centauro, y me dan ganas de correr de un extremo a otro del escenario a lo Blanca Portillo, pero algunos de estos teatros tienen el acceso cortado, así que me conformo con gritar "petición denegada" y con ir a Delfos a ver al oráculo, a la sibila, con preguntarme al pasar por Tebas: "¿Qué significa esa actitud de súplica ante mí?".

Me conformo con seguir coleccionando teatros en la retina: Sagunto, Itálica, Mérida, Regina, Baelo Claudia, el de Dioniso con su trono y los selinis, Herodes Ático desde lo alto, Epidauro con el vértigo, sus 122 escalones y la interpretación de "O sole mio", y la miniatura de Delfos el último viernes de agosto a las tres de la tarde.

Porque ese polvo que ensucia las manos, los pies no se borra. Tarda en pasar y me llevará mucho más lejos.

"Consulté al oráculo de Delfos. Sólo los que renuncien a la felicidad, alcanzarán la sabiduría"
Medea, Mérida (2009)

martes, 15 de septiembre de 2009

Al tiempo le gusta ser gerundio

"Me quedo donde estoy,
(como otras veces),
por si amaneces
"
Gloria Fuertes


Me quedo donde estoy... observando desde arriba esta partida entre tres que ha ganado un ocho retorcido. Viendo cómo el azul, el blanco y el marrón se debaten contra los colores naranja y negro de una simple taza de café el día que los templos cierran. Presintiendo el silencio laberíntico de las callejuelas de Hora. Al tiempo no le importa ser gerundio. Eso le permite ser él y todo lo contrario.