miércoles, 16 de septiembre de 2009

Medea

Imito la pose de Margarita Xirgu en la "Medea" de 1933 en cada teatro griego que visitamos. Es la manera de decirle a ella y al Festival de Mérida que me han traído hasta aquí, que convierten este instante en algo más que pura piedra inerte e incómoda y que, si me siento sólo un momento, puedo oír los ecos y los pasos. Puedo ver las sombras de Esquilo, de Sófocles y Eurípides transitando por aquí.


También busco a Quirón, el centauro, y me dan ganas de correr de un extremo a otro del escenario a lo Blanca Portillo, pero algunos de estos teatros tienen el acceso cortado, así que me conformo con gritar "petición denegada" y con ir a Delfos a ver al oráculo, a la sibila, con preguntarme al pasar por Tebas: "¿Qué significa esa actitud de súplica ante mí?".

Me conformo con seguir coleccionando teatros en la retina: Sagunto, Itálica, Mérida, Regina, Baelo Claudia, el de Dioniso con su trono y los selinis, Herodes Ático desde lo alto, Epidauro con el vértigo, sus 122 escalones y la interpretación de "O sole mio", y la miniatura de Delfos el último viernes de agosto a las tres de la tarde.

Porque ese polvo que ensucia las manos, los pies no se borra. Tarda en pasar y me llevará mucho más lejos.

"Consulté al oráculo de Delfos. Sólo los que renuncien a la felicidad, alcanzarán la sabiduría"
Medea, Mérida (2009)

3 comentarios:

sara dijo...

Y el teatro nació con el culto al Dios Dionisio, Dios del Vino. Y en aquellas fiestorras en que los griegos se "transformaban" nació el actor.
Y jobar, yo también quiero ir!!!

Isabel Sira dijo...

Y lo guapa que sales en la foto :)

el secreto de la vainilla dijo...

eres buena tia!

se me han puesto los pelos de punta!