martes, 26 de abril de 2011

Una fiesta en el sofá

Durante estos tres días, he desayunado con un pintor húngaro llamado Janos Lavin, que desapareció de Londres sin dejar rastro en 1958.

Al cuarto, irrumpió en mi casa Doc Sportello, un hippy fumeta californiano que se gana la vida como investigador privado y que se bebió mi zumo de naranja sin pedir permiso, antes de liarse un canuto de maría índica asiática.

A mi lado en el sofá, G. desayunaba con Lorenzo y Anita, que estaban a punto de embarcarse hacia las américas.

Mientras, el gato deambulaba a nuestro alrededor, salía al jardín y volvía a entrar y, al final, decidía recostarse en mis piernas a ver si entre las caricias de G., tanta gente reunida, las tostadas y los libros me quedaba alguna mano libre para rascarle el papo o las orejas.


Ha llovido tanto en Mérida esta Semana Santa que no hemos hecho otra cosa que movernos como si el tiempo no nos importara.

De viaje con:
John Berger, "Un pintor de hoy"
Thomas Pynchon, "Vicio propio"

Foto: Estación Arroyo-Malpartida

miércoles, 13 de abril de 2011

Versión 2


Si al final construyo esa cajita para ir metiendo en ella lo que los días van dejando tras de sí...
- una goma de borrar
- las gotas de lluvia del norte
- los tirantes de los que, a veces, alguien parece agarrarme para que no ande demasiado deprisa
... el 12 de abril voy a recordarlo con una figura en miniatura de Andrés Neuman, ese joven barbudo que pronuncia el verbo "carretear" como los argentinos, que me hizo recordar con nitidez a la tía Balbina como sinónimo del "ars moriendi" y que, entre anécdotas de aviones, historias familiares y teorías científicas, deshizo el nudo de los pensamientos obsesivos.

martes, 12 de abril de 2011

Quería mandar...

... a mis ojos de vacaciones porque desde que ven, desde que lo examinan todo con su escáner de descomposición de partículas, no le conceden protagonismo a ninguna otra parte de mi cuerpo. Y mi piel, aunque tenga un problema de despigmentación y de “primeras arruguitas”, ya está empezando a reclamar su posición de dominio. Mi mente, un descanso.

Así que, con un billete de ida y vuelta, mis ojos volaron a Bilbao. Lo que vieron fue que en la realidad hay espejos y que cada ciudad elige en el que mirarse, que el tiempo es matérico y que la cerveza se bebe en zuritos.


De regreso, no sé si dedicarme a inventar una máquina que altere la realidad. Quizás debería, sencillamente, reírme más o ser más irónica. O no callarme nada de lo que pienso. O construir un dodecaedro. O salir a la calle con la cámara de video. O responder a todas las preguntas en latín. O sumergirme para siempre con Bolaño en los pozos profundos de la memoria. O despertarme mañana convertida en escultura.

Sí, eso. Una Sonia de espejos y cristal, en la que pudieras observarte mientras me hablas y, al mismo tiempo, vieses lo que sucede fuera de nosotros.

O donar mis ojos a la ciencia o respirar seguido una, dos, tres, cuatro, cinco, seis, once, quince, veintisiete, treinta y tres veces hasta entrar en un nuevo espacio de flotación, en el que la física cuántica y la poesía hacen mi trabajo. En el que los conceptos lejos-cerca, arriba-abajo, dentro-fuera ya no son una medida para la distancia.



Si el Aleph fuera poeta, que lo es, porque el Aleph lo es todo, escribiría esto
“Todo es ahora. Todo es aquí. Todo es aquí y ahora. Yo soy ahora. Yo soy aquí. Yo soy todo. Fuera de mí no hay nada. Dentro de mí está todo. También tú”
“Los poetas que no fueron”
Jean Murdock / José María Casanovas / Editorial Thule

Fotos: Anish Kapoor, Museo Guggenheim / Espacio Alhóndiga, Bilbao