jueves, 24 de febrero de 2011

De privilegios


Mirar a los ojos a las figuras humanas de Juan Muñoz y sentir la amenaza, el miedo. La sorpresa y la incertidumbre. Llamar a la arcilla, arcilla, pero saber que con ella se construyen metáforas, diálogos a pesar del silencio.

Llamar al carbón, carbón, y al cristal, cristal, pero saber que todo significa algo distinto de lo que imaginas y que detrás de lo que ves hay en juego nombres, vidas, caminos, intenciones, técnica, intuición, talento, negociaciones, apuestas, trabajo, esfuerzo, dedicación y sí, obviamente, mucho dinero.


Desde antes de la apertura del Centro Helga de Alvear en Cáceres ya me parecía un privilegio que algo así pudiera estar aquí, a una hora de casa, al alcance de los sentidos y sin excusas de aplazamiento. Y su primera exposición, "Márgenes de silencio", me ha hecho sentir privilegiada. Mucho.

Hace unos meses grabamos allí nuestro primer plató "en el exterior" y nos felicitaron por el programa. En invierno, volví con otro equipo distinto para rodar un spot y flipé con el ascensor, la geometría de las escaleras y la terraza a los tejados de Cáceres.

Y ayer nos dejaron seguir el desmontaje de la exposición y otra vez tuve la posibilidad de dejarme engullir por el espejo-embudo de Anish Kapoor, de despedirme de Juan Muñoz hasta la próxima, de saber que de los restos de mi cerebro saldrá algo que me hará decir: "coño, mereció la pena" y de envidiar a una mente que es capaz de llamar al azul del cielo, azul del cielo, pero que además sabe disfrazarlo de colores, luces y líneas que provocan que te pares a admirarlo.


Dicen que el arte no es complaciente, que cumple su función cuando consigue remover algo en tu interior, cuando provoca cualquier tipo de pregunta, de reacción. También leí hace poco la frase de un coleccionista: "cuanto más te gusta el arte, más arte te gusta". Yo todavía no lo tengo muy claro pero sí sé algo. Que el arte, tenga el precio que tenga, es generoso porque te lleva a querer compartirlo y placentero por lo mismo, busca el efecto contagio.


Fotos: Centro de Artes Visuales Fundación Helga de Alvear, Cáceres

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