Pronuncia mi nombre como cantando, Sonlla, y ha tardado bien poco en contar los pendientes de mi oreja izquierda, en jugar con el pelo y en soltar unas peroratas en criollo, a las que puedes responder con cualquier otro lenguaje que incluya caricias, paciencia y aprendizaje.
Para David, este mundo es nuevo (también para sus padres que ahora lo miran a través de él) y lo repasa por las noches cuando duerme. No te preocupes, pequeño. No se te va a escapar. Mañana cuando abras los ojos seguirá estando aquí, a tu disposición.
No puedo evitarlo, me recuerda a Mohamed y a un tiempo en el que pensaba que las acciones individuales consiguen cambiar, no el mundo, pero sí vidas concretas y aquello valía mucho.
A Tomás, Carla y David, por su encuentro
2 comentarios:
Tú has conocido a David y yo he conocido a Andrei, al que su madre no le ha querido cambiar el nombre: es ruso, guapo, juega un montón y también va a tener el mundo por delante...
Pero creo que a ella le hacía más falta que a él. Y yo estoy feliz por los dos.
Espero que sigas pensando que acciones individuales pueden cambiar muchas cosas.
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