lunes, 27 de septiembre de 2010

"Momento de parar"

Pasan los días y se me olvida cumplir con el listado de obligaciones. Revisar el gas, enviar la factura, pedir cita.

Puedo seguir así una semana más pero no quiero que se me olvide hablar de Hilario, aquel tipo que habitó en Yaiza en 1730 y que subía al Timanfaya para buscarle alimento a su camella, unos higos, y no encontraba más que piedra calcinada. De cómo me sentí en casa en su casa, algunos siglos después. Tanto, que si es niña se llamará Yaiza y viajaremos a Lanzarote sólo para que ella vea escrito su nombre a la entrada del pueblo. Para que sepa apreciar el silencio, la habilidad y la belleza.


No quiero olvidar que con César Manrique y en esa isla por fin aprendí qué significa la pintura matérica. Que veo a Chirico en un espejo. Que me flipa la geometría, dos mitades, un todo, cuatro cuartos... Que una sola persona, si el mensaje es bueno, puede ejercer un gran poder de contagio. Dos ya hacen un milagro, Doctor en Alaska dixit.

Que Femés no duerme, que Teguise es mejor en día de no-mercado. Que lo habrás oído setenta veces pero los mejores caminos no siempre discurren en línea recta y, mucho menos, están señalizados.


Ha llegado ya el otoño y, como me descuide, se disipan los efectos del verano preparando el invierno con nuevas dosis de películas clásicas. Pero esto no está "metriculado" y los tiempos son así de caprichosos. Las personas te sacuden de vez en cuando con un efecto inesperado. La tierra, lo mismo. Así que me voy a dejar suelta para lo que venga, aunque llegue con efecto retroactivo y sin posibilidad de devolución.

"Siempre estamos oyendo disculpas, inconvenientes, aprobaciones anteriores, leyes caducas y un sinfín de aparentes tropiezos que parecen imposibles de corregir, con tal de no parar esa barbaridad que se nos echa encima.
Todo se puede corregir. Depende del entusiasmo, de tener una verdad en las manos y una valiente y honrada decisión
"
César Manrique, "Momento de parar", 1985

No hay comentarios: