Escribió sus nombres con lápiz sobre los maceteros. Superviviente y frondoso. Ahora, cada vez que los riego sé qué decirles. ‘Si hemos sobrevivido a dos plagas, podemos hacerlo una vez más’... ‘Cuídate, que ahora viene el invierno’... Mientras, mis dedos se impregnan del olor a tierra mojada y a geranio y el gato retoza un poco más, sólo un poco más, al sol de noviembre.
Llegó noviembre, aunque eso es otra historia. Casi los 33 y sigo aprendiendo. Vuelvo a atravesar el puente cada mañana, con las mismas músicas que hace dos años (push the button, where’s my mind, todo o amor do mundo nao foi suficiente…), vociferando todavía más alto y presentando entre ellos a los fantasmas para que se diviertan juntos.
El otoño ha aterrizado en los jardines del Guadiana y las sombras de los puentes me recuerdan que a veces parece difícil dar un paso. A ese anciano que se apoya en un brazo. A mí, que no sé por dónde camino. A él, que no entiende lo que se dice. Pero si lo das, cuando lo das, surgen luz, silencio y travesuras. Algo del sol de noviembre que a los gatos y las plantas les vuelve locos y a mí me despereza.
Foto: Félix the C@at - Flickr
jueves, 20 de noviembre de 2008
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2 comentarios:
Sabes que ese puente habla? A mí me ha dicho muchas cosas desde que un buen día decidí aterrizar en esta tierra romana.
Gracias por tu canción.
No sé, a veces quizás no sea tan importante saber por donde vamos como el seguir adelante construyendo el camino. Realmente no lo sé.
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