viernes, 22 de febrero de 2008
Lo dijo Lluís Pasqual en El País
"Yo no sé por qué las personas acuden al teatro. Podría, a duras penas, explicarme a mí mismo por qué lo sigo practicando aunque sé que siempre lo he hecho para esas personas. Pero el otro día, asistiendo a una magnífica y gozosa representación (¡a veces ocurre!) y observando sobre todo al público me dio por pensar que tal vez acudieran a esa mentira compartida, que no engaño, para que les contaran una historia "sin efectos especiales"... O, tal vez, porque en el teatro, a modo de refugio, encuentran reflejados sentimientos y pulsiones que han desaparecido, amputados por nuestra embrutecida y codificada realidad retransmitida. Por supuesto que también esos sentimientos los refleja el cine de un modo sublime, pero tal vez sea porque el espectador al tener enfrente a alguien de carne y hueso como él le otorgue su confianza: todo lo que le ocurre a un actor le puede ocurrir biológicamente a un espectador... Y ese raro momento de empatía -exclusivo del amor y del teatro- reconforta. También podría ser porque en el teatro uno se siente menos solo (las butacas de un cine sirven para aislar, incluso para comer... En el teatro, en cambio, una cierta incomodidad y el roce de los codos es fundamental). O quizás porque, en este mundo de atropellos verbales que nos rodea, el teatro es uno de los últimos espacios donde uno puede y debe ejercer individual y colectivamente el derecho a escuchar hasta el final los sentimientos y las razones de los personajes sin que nadie interrumpa a los pocos segundos. Y así poder comprender... Una manera de sentir viva la inteligencia... ¡No estaría mal!"
Foto: cflópez - festival de mérida
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