¡Ah, sí!
Que sigue lloviendo. Que no sé qué me pasa últimamente que sólo escucho a las rocíos, la Dúrcal y la Jurado, aunque me encanta “Tus amigos” de Los Punsetes y estoy re-descubriendo a La Habitación Roja. Pero sé que la próxima vez que encuentre tres horas para limpiar la casa (la mía, la, mi…), y me pinte los labios para fregar mejor el cuarto de baño, ellas serán mis canciones de fregona-micrófono.
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Ya lo son ahora, mientras escribo sobre el pasado morisco de Hornachos y me doy cuenta que Katyn no fue una novedad porque ya en 1609-1610 un tal Gregorio López Madera se encargó de cargarse a las “altas clases” moriscas, mientras el resto de la población huía hacia Rabat y el tal corregidor destruía toda huella visible. Toda la arquitectura.
Pero la memoria es… ¿insistente?... y hay quien se empeña en no olvidar. Y, llámame loca, pero es ahí donde Hornachos, yo y las rocíos nos encontramos. Nosotros tres, y el cine en B/N que me tiene completamente absorbida (¡qué bonitos son mis nuevos ojos de ver!), las fotografías en papel, los clásicos de la literatura y la historia del arte.
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Que no soy de este tiempo. Eso es lo que quería decir. O será que me estoy haciendo mayor o, simplemente, volviendo loca. O ni una cosa ni la otra… y esto no pasa de pura elucubración mental, mientras voy incubando el cambio y espero que llegue la primavera.
Foto: "Casablanca"
Cuadro: Cecily Brown