Dicen que hoy es el día de la Poesía Visual. No sabría ni el día en el que vivo si no fuera porque estoy buscando la llave.
Obres Fundació Joan Brossa
martes, 26 de enero de 2010
miércoles, 20 de enero de 2010
Ni si ni no
"Mientras pueda pensarte, no habrá olvido". Lo escribió Ángel Campos Pámpano en uno de sus poemas que ayer descubrí en la exposición homenaje que le dedica el MEIAC y lo anoto para que no haya eso, olvido, y porque hay días que eso, no olvidar, ni es posible ni importa.
Tampoco importan las obsesiones circulares ni la falta de puntería porque, por la mañana, absorbo la suerte de Chesku (¿suerte o siembra?), me "pocoyizo" a las seis de la tarde y, ya de noche, aprecio una cierta recuperación en la posición natural. Un saltito más, una nueva canción, y habrá desaparecido ese "te veo que no te veo". Ese estás que no estás, ¿dónde andarás?
lunes, 18 de enero de 2010
Mientras...
Me produce una sensación extraña desayunar y comer en Valencia, con un niño de dos años que aprende a decir "tía Sonia" mientras me reconoce; tomar café en Sevilla y cenar en Mérida, con un gato de ocho kilos y medio que aguanta como puede los controles de aeropuerto, los vaivenes y esperas, los maleteros de autobús.
Cada vez, me producen sensaciones más extrañas la distancia, el tiempo y los signos de puntuación: punto y coma, punto y seguido, punto y aparte.
Cada vez, me producen sensaciones más extrañas la distancia, el tiempo y los signos de puntuación: punto y coma, punto y seguido, punto y aparte.
jueves, 14 de enero de 2010
2010
Empiezo el año y mi cerebro sigue sin poder parar. Me despierto a las seis de la mañana porque Lobo Larsen no me deja dormir y acabo el día pensando en imágenes que no deben durar más de tres segundos, a no ser en secuencia.
Mientras, llueve. Sigue lloviendo. No sé si las plantas resistirán tanta agua y el frío, y ante la ausencia de pantalones he decidido sacar del armario toda la colección de faldas por la rodilla que he ido acumulando en años.
Intento no perder los paraguas ni el autobús pero, mientras mi mente intenta distraer aquella segunda adolescencia de la que me he despertado, mi cuerpo achica las goteras y, cuando no es el estómago, es la vena lateral derecha de la cabeza. La cadera o la prisa. Ni tan joven ni tan vieja. Voy por mi mitad del camino y hay charcos y recuerdos.
Sumo, resto, divido… casi nunca multiplico… los euros que quedan para gastar por día. Le llaman contabilidad y sólo espero que no haya más imprevistos.
Ya sé que las conversaciones telefónicas engañan o, al menos, no dicen toda la verdad. Y lo que no quiero es sentirme lejos de casa.
Empiezo el año sin balances ni propósitos, aunque sí pululan pequeñas certezas. Y mis piernas y mi mente siguen siendo fuertes para sostenerse y avanzar.
Mientras, llueve. Sigue lloviendo. No sé si las plantas resistirán tanta agua y el frío, y ante la ausencia de pantalones he decidido sacar del armario toda la colección de faldas por la rodilla que he ido acumulando en años.
Intento no perder los paraguas ni el autobús pero, mientras mi mente intenta distraer aquella segunda adolescencia de la que me he despertado, mi cuerpo achica las goteras y, cuando no es el estómago, es la vena lateral derecha de la cabeza. La cadera o la prisa. Ni tan joven ni tan vieja. Voy por mi mitad del camino y hay charcos y recuerdos.
Sumo, resto, divido… casi nunca multiplico… los euros que quedan para gastar por día. Le llaman contabilidad y sólo espero que no haya más imprevistos.
Ya sé que las conversaciones telefónicas engañan o, al menos, no dicen toda la verdad. Y lo que no quiero es sentirme lejos de casa.
Empiezo el año sin balances ni propósitos, aunque sí pululan pequeñas certezas. Y mis piernas y mi mente siguen siendo fuertes para sostenerse y avanzar.
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