Orden. Desorden. Caos. Estabilidad. El norte. La brújula. El equilibrio.
Tambalearte sobre las cuerdas hasta que la propia inercia de la fuerza te devuelve a una posición erguida, las rodillas no tiemblan y eres capaz de dirigir el siguiente movimiento. Permitirte estar perdido, acoplarte en posición fetal, acierto-error, un nuevo intento.
Todo esto me suena de algo. Todo esto no es tan distinto. Cada día es orden, desorden. Otro suma-resta-multiplica-divide caos, estabilidad. Algo de luz. Una voz que elige. Que decide. Que decide. Que decide. Y que vuelve a empezar.
“… el orden nos exime de ser libres,
de despertar en otro, de despertar por otro.
A punto estuve de gritar, desde esa carne ajena,
pero el orden contuvo a tiempo ese delirio”
Chantal Maillard / Matar a Platón
lunes, 27 de abril de 2009
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