La Navidad no sabe a langostino, ni falta nadie en las uvas de fin de año, en los besos que dan la primera bienvenida. La Navidad sabe a cordero, a amanecer nevado, a corretear entre una casa y la otra con palabras para el souto. Para el Jack, para el Mickie, el señor Manolo con su pierna herida en la guerra. Para la tía Balbina, los abuelos, la tía Lola, mi padre. Y para todos los que están a demasiados kilómetros de distancia. Ellos son mi partida a la brisca, mi vermout, mi familia. Ellos son mi Navidad.
Foto: Carlos Venegas - Flickr
3 comentarios:
qué maravilla.
Estas fechas me ponen especialmente feliz aunque este año deje un pedacito de mí en esta tierra romana.
Pero pensar que al marchar y llegar a casa tendré cosas de esas que describes, me animo.
Un beso gordo
¡Feliz Navidad! Un beso enorme.
Feliz Navidad. Me ha encantado este post. Vas a tener que enseñarme a jugar a la brisca...
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