Recuerdo que fruncías el ceño cada dos por tres, que asentías con la cabeza para dar a entender que estabas escuchando. Que, ya entonces, sólo muy de vez en cuando las carcajadas te salían del fondo de las entrañas y hasta tú te sorprendías de la fuerza y efecto de ese sonido cuando es sincero.
Te recuerdo en otro tiempo y sí, tienes razón, quizás ahora no seamos tan distintas.
Foto: Wilcza, Warsaw
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