viernes, 7 de noviembre de 2008

Adiós


A los que hemos visto anochecer entre las piedras, buscando una huella romana, con una manta sobre los hombros o con un manojo de llaves entre las manos. A los que la noche nos hizo azules, tridimensionales y casi invisibles. A los que participaron. A los que creyeron que un solo momento compensa todo lo demás. A los que observan detrás, con un gesto de preocupación en la boca u otro de infinita paciencia. Paciencia como chicle. A los que saben que las columnas no se derrumban ni con mentiras, ni con grúas, ni con orina. A los que sobreviven. A todos los que se cruzaron en ese camino e hicieron de él algo mágico. Mucho.

Foto: cflópez

6 comentarios:

Los viajes que no hice dijo...

He visto anochecer entre las piedras con un manojo de llaves entre las manos: las mías, deseando irme a casa y dormir. La noche me hizo azul y casi invisible, a pesar de mis tres dimensiones. Creí que un momento -la visión de la escenografía de Los Persas- compensaba todo lo demás y tuve razón. Observé detrás y seguiré observando detrás. Sin paciencia, a veces. Sé que las columnas permanecen. Sobrevivo y vivo mejor que nunca, como lo harás tú. Y me crucé por el camino...

Anónimo dijo...

Una de las imborrables huellas que las piedras tendrán que asumir para la eternidad es la de tu presencia calmada, atenta, sublime y guerrera en la sombra; porque eres una luchadora de ojos de fuego, que lloran y han llorado llamas en cada esquina de ese lugar único; has vencido a gigantes de barro con una fuerza latente en ti, bajo tu mirada experimentada e ingenua a la vez, que dice de ti que vives cada momento con la intensidad de ser el último.
Yo te seguiré, hermanita, en mi barquita hacia la isla que estás a punto de conquistar...

Isabel Sira dijo...

¿Eres tú la que al final se va? Sí, las columnas permanecen, sobre todo las que están hechas de amistad. Besos guapa.

Javier Álvarez Amaro dijo...

No es un adiós, sino un hasta luego. Porque ni los agobios ni los minotauros podrán destruir lo que hemos construido. Algo tan fuerte que durará más que el propio escenario en el que tanto jugamos, reímos, lloramos y disfrutamos. ¡¡Sit down, manolito!!

Anónimo dijo...

Cuando terminó el Festival revisé mi memoria. Decidí quedarme con lo mejor. De todos rescaté algo bueno. De tí me quedé con aquel abrazo un día en la terraza del Teatro cuando me dijiste: "YA he descubierto la vainilla y me ha sorprendido gratamente". A partir de ahí todo cambió y espero que dure hasta el infinito y más allá...

P.D.:Resistiré...nanananananna...soportaré.....nananananana....

Anónimo dijo...

La letra vainilla!!! Hay que aprenderse la letraaaa....