lunes, 29 de septiembre de 2008

Otoño

No es cierto que la llegada de las estaciones se corresponda con algún calendario oficial. Sé que hace días que el otoño ronda por aquí. Lo noto en la temperatura de las mañanas, mientras espero el autobús, y en cómo la noche se va comiendo poco a poco las horas, los minutos. Pero el otoño no empezó hasta ayer, 28 de septiembre, cuando me asomé a la puerta para ver cómo las gotas iban mojando la tierra del jardín.


Así me quedé un buen rato. Escuchando y observando la lluvia. Recordando cómo es el agua del mar cuando hace frío. Pensando en Paul Newman, en el fondo de sus ojos azules y en la ira desbordada que se sujeta en el alcohol y en una muleta. Acabo de colocar su foto en la nevera, junto a la de Ángel González que provocó que el invierno pasado fuese todavía más gélido y un artículo de Lobo Antunes con el que hace años llegó la primavera en diciembre.

Me asomo a la puerta y el otoño se cuela por todas partes. Entre mis piernas y en el lomo del gato que no es tan impermeable como quisiera. Entra con tal intensidad que me agarro al piano, a ver si es verdad que todo renace con el viento y esta colección de horas muertas.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

ahora sí

te he dejado un pequeño marroncillo desde mi último post en la vainilla.

Espero que aceptes el reto.

El lunes me paso por la ofi a darte compañía.

Besos

Isabel Sira dijo...

Dios.