martes, 2 de septiembre de 2008

Bienvenido septiembre, supongo

Bien mirado, nos hemos reído mucho. Hemos bailado, hemos destrozado algunas canciones en todo tipo de karaokes y vamos a solicitar el ingreso colectivo en la clínica. Hemos estado cerca. Cerca los unos de los otros, cerca de reventar, de ceder, aunque también cerca del cielo.

Veo ahora tus fotos, hermanito, y me parece que ha pasado un siglo desde que dijiste: "si me dais esta oportunidad"... Las raíces que explicaban eso llegaron después, en noches de confidencias y desahogos pero hoy ya sé que nadie podrá robarte la confianza. Ni los pasos.

Veo ahora las fotos de este no-verano, el segundo. Una conversación mientras esperamos que llegue el descanso de la orquesta, creyendo que hemos localizado a nuestras 'estrellas'. El streptease de boda que no tendré. Los ojos hinchados después de haber soltado todo el veneno. Un fado que es tango. Subirse donde no corresponde. Veo abrazos y expresiones de euforia.


Veo, incluso, lo que no se ha fotografiado. Quien siempre dice sí y se dispone, algunas conversaciones-clarividencia, regalos inesperados. La sombra de Roberto Traferri dibujada entre el escenario y el vomitorio, cómo Charo Feria explica una lección magistral de Terzopoulos, que Chema me pregunte por 'Los persas' cuando todavía no ha dejado de grabar. Un abrazo de César delante de la fotocopiadora, el predictor de Carolina, las veces que Javier se ha caído y todo lo que me ha hecho reír. Todo lo que me ha cuidado. Las revoluciones pendientes de Cefe, los intercambios musicales con Chesku y la francesa pelirroja de tez blanca que tardó pero tuvo su momento.

Ha sido el segundo y no ha sido genial. No, al contrario. Ha sido duro. Mucho. Como todo lo que pierde la ingenuidad y obliga a estirar el cuello para que el agua no acabe asfixiándote. "Verás cosas que no querrás ver", predijeron. Las he visto. Pero, aún así... nos hemos reído mucho, nos hemos desgañitado (avalanchaaaaaaaa) y ha vuelto a ser un auténtico privilegio.

Un privilegio que Cris me regale una piedra del Guadiana de esas que desafinan, que alguien me acaricie desde el antebrazo y hasta la falange en señal de agradecimiento por la comprensión, que Juan Muñoz venga a la mente como referencia. Observar a Lavelli y Dominique en pleno proceso de creación, al Antonio Arias flipado con los York y al Morente, con el maestro Monleón. Que G. lo entienda así y quiera compartilo conmigo.

Otra vez... un privilegio ver crecer aquello que otros se permiten el lujo de juzgar sin más que ese momento preciso.

Foto: cflópez / festival de mérida

2 comentarios:

Los viajes que no hice dijo...

Ya te contaré mi charla con Lavelli y José Pedro Carrión hasta las seis de la mañana...

Me encantas. Me encanta este texto. Me encanta haber estado ahí para ver mucha parte de todo esto.

Javier Álvarez Amaro dijo...

Ha sido, es y siempre será un placer. Porque éste ha sido el verano en el que hemos perdido la inocencia