Fue aire y sigue siendo luz. La de una mañana soleada de invierno. O la de un amanecer de tonos violáceos en las tierras de Extremadura. El cielo más limpio y más claro que haya pintado ningún pintor.
Fue y sigue siendo aire. Para respirar. Una mano. Para caminar.
martes, 18 de marzo de 2008
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