Una nueva vida. El anturio que sobrevive al calor y a las dentelladas del gato. Las ganas de dormir, de sentir el viento con los ojos cerrados en una playa del oeste, de entender las causas y las consecuencias humanas.
Crecen las ganas de verte, las uñas de los pies, la intención de hacerlo bien, de ser sincera, de controlar el genio. Crece la capacidad de reacción, el sentido de responsabilidad, los cauces de la comunicación. Las posibilidades de encuentro, aprendizaje.
Estoy creciendo y soy consciente. Me duelen los músculos con el estirón, la mente asimila conceptos y los contradice para volver a asentir o negarlos con mayor rapidez, inteligencia y agilidad, y no he perdido la facilidad de asombrarme con esos pequeños detalles que compensan todo lo demás. Una sonrisa de complicidad, reconocer las constelaciones en el teatro, una risa de relajación, una conversación-puente.
Estoy creciendo sobre lo crecido. Sólo ahora compruebo cómo ha sido útil esa experiencia que parecía "tiempo desperdiciado". Lo vivido, sobre todo lo más reciente (Lisboa, con sus piedras) acompaña mis acciones, mis palabras, mis pensamientos. Pero sigo sumando. Lo nota el color de mi piel, mis contestaciones, el movimiento de mis pies y el calor de mis manos.
viernes, 20 de julio de 2007
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