jueves, 26 de abril de 2007

Sábado Republicano


Je ne regrette rien. J’avance.
Paul Éluard

Supongo que han sido necesarios el tiempo, la distancia y el desapego. La tríade del olvido actuando al unísono para acabar transformando la memoria de una ciudad y provocando una sonrisa de nostalgia, donde antes sólo reposaba una ligera indiferencia. Supongo que, a veces, es necesario alejarse (vivir, conocer, aprender y padecer) y regresar desde otra piel para percibir la importancia de lo vivido. Saber aprovechar el hoy. En cada momento, la suerte que tenemos. No renegar de ella. De los privilegios europeos de clase media.

La tríade del olvido se disuelve siete años después al sol de la calle Guadalquivir, al amparo de tres cervezas frías y un “parlait”, cuando ya no importan ni las tres manos del santo, ni el hastío laboral ni el cambio radical de costumbres. Cuando los recuerdos de algunas personas y otras situaciones nos visten, suman, se integran. Cuando revisito esos recuerdos y sólo puedo sentirme afortunada.

Juan y la plaza de doña Elvira, la guitarra de Fernando sonando al amanecer, Olga y su Café Central, Ángela y la plaza de la Alfalfa, Ángel y la capillita del Carmen. El fervor de la Esperanza de Triana en tres segundos que no llegaron a repetirse, un bicho peludo que aprendió desde entonces y hasta ahora a dormitar sobre mis papeles y a buscar un hueco en mi almohada, el puente de los entusiasmos como prefacio de los ríos y las ciudades que vendrían después. Gastar lo que no se tiene en libros, el día de la gamba y crear un espacio para mis bragas en cajón ajeno. Burlar a la gramática para mostrar los latidos que no lucen pero conforman.

Son recuerdos de piedra y de piel, que se actualizan con nuevos barrios, gentes, olores y vivencias. Que explican lo que soy ahora. En cada momento, la suerte que tengo. El sol que brilla.

2 comentarios:

UnaExcusa dijo...

Yo sí que tengo suerte...
Por estar a tu lado, aquí, y en otros puentes.

Isabel Sira dijo...

Es cierto, hay que alejarse y volver para darse cuenta que todo lo vivido nos acercó a lo que somos y nos dio mucho, a veces bueno, a veces malo.
Me suena tu ciudad, ya son muchas las que compartimos, juntas o por separado. Ahora me toca acercarme a esos puentes que tenéis las dos...