Una de las asignaturas que más me fascinó en la adolescencia fue Historia del Arte pero tenía tan claro que quería estudiar Periodismo que ni siquiera se me ocurrió la hipótesis de combinar ambas carreras y buscar una especialización.
Luego el tiempo se echó a correr y me trajo hasta aquí, donde ahora sé que la clase de historias que me gustaría contar poco tienen que ver con los medios de comunicación actuales y mucho con los procesos de creación, desde su origen en el cerebro hasta la puesta en escena.
Pienso en esto después de haber viajado a Málaga para ver la retrospectiva de Alberto Giacometti. Después de haber querido acariciar los rostros escuálidos y rugosos de sus esculturas, de haberle preguntado a “El Hombre que camina I” ¿dónde vas con esa angustia? y de visualizar la separación que existe entre todos nosotros, ante composiciones como “El bosque” o “El claro”.
De regreso, he leído un textito de Michael Peppiatt sobre el taller de Giacometti en París y, una vez más, he lamentado mi tendencia natural a los descubrimientos tardíos.
Aunque, quizás, no sea tarde, sino que simplemente he estado caminando hasta este momento.
lunes, 12 de diciembre de 2011
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