jueves, 2 de diciembre de 2010

Con Roberto Bolaño

"(...) Y también está la verbofobia, que es el miedo a las palabras.
En ese caso lo mejor es quedarse callado, dijo Juan de Dios Martínez.
Es un poco más complicado que eso, porque las palabras están en todas partes, incluso en el silencio, que nunca es silencio total, ¿verdad?"



He vivido con "2666" pegado a mis piernas los dos últimos meses, devorando sus 1.119 páginas en los momentos de lucidez, visualizando a sus personajes y preguntándome fascinada ¿cómo es posible que haya mente humana capaz de imaginar y ejecutar semejante obra?

Conocer a Beno von Archimboldi y decirle adiós me ha dejado mitad huérfana mitad hambrienta. Suele pasarme con los libros que trascienden su soporte de papel y tinta para convertirse en imágenes reales. Sí. Reales. Lo leído por lo vivido. ¿Quién dice que yo soy yo y no puedo ser el judicial Juan de Dios Martínez o la baronesa Von Zumpe? ¿Dónde dices que he estado en las últimas semanas? En México, en Alemania, oyendo pasos de gigante, siendo niño alga, en el escondrijo de Ansky, en una habitación de hotel, en un libro de geometría o entre rejas.

Dos meses y he llegado a la última página.

¿Y ahora qué?

Pues ahora toca vivir. El frío, la aparente calma, la música que ha vuelto a casa y el trabajo en su peso justo.

Pero Ignatius Reilly me espera ya en Nueva Orleans, Paul Gauguin en Tahití y Kelvin en Solaris. Así que me temo que no me quedaré demasiado aquí. Ya sabes dónde buscarme.