Mérida, 15 de mayo de 2010, momento indeciso. El papel de periódico me traslada al Tánger de los años cincuenta; cuando por el Tratado de Algeciras la ciudad marroquí más próxima a España no era de nadie, sino de todos un poco, cada quien a su manera. Las reglas se van dictando sobre la marcha. Y, así, un músico-escritor americano encuentra su paraíso de creación y alguien que no sabe ni leer ni escribir, alguien que se alimenta de la tradición oral de su pueblo, se convierte en “memoriador” por haberse cruzado en el camino con otro que sí sabe dar forma, firmar y promocionar.
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Hoy hago de Tánger mi burbuja, el territorio pisado-imaginado al que me agarro para que no me engulla la realidad. Déjame hacer un agujero en la pared que marca lo que ves, lo que podrías ver, lo que es, lo que no es, lo que quisiera ser, el reflejo, el espejismo, otra vez la alegría de la miopía.
1 comentario:
Siempre hay luz en las tinieblas. ¿no?
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