A veces las entrañas se endurecen. Los músculos del abdomen se convierten en una frontera, como la melillense de concertina, y las arrugas de la cara no salen por sonreír, sino por la tensión. Por la incapacidad de gestionar la tensión.
Y la responsabilidad no es de nadie más. Es tuya. Que prefieres cerrar la puerta, girar la llave tres veces y depositarla en la estantería entre la C y la G a modo de recuerdo, junto a otras llaves, otras puertas, inventario de ciudades. Prefieres hacer eso a seguir perdiendo el tiempo. A seguir formando parte de un conficto. Porque llegaste de paso y lo sigues estando, aunque en este paréntesis haya encuentros que tratarás de proteger.
A veces las entrañas se revuelven y la mente acaba encontrando el camino. Y sé que no es tarde pero se me hace tarde para cambiar... Se me hace tarde y el tiempo pasa pensando que no importa; que el tiempo, al final, pasa... y no importa... pero pasa... y eso es lo importante.
martes, 8 de julio de 2008
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1 comentario:
El tiempo pasa. Pero lo que yo me pregunto es por dónde pasará el tiempo: por qué nuevas ciudades y nuevos, o viejos, amores...
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