martes, 5 de febrero de 2008

Mes y medio


Hay un perro, King, que vive en los suburbios, en el abrigo, y que es la voz del desarraigo. Por encima de todo, de la dignidad del que sobrevive. Las últimas páginas del libro de John Berger duermen mientras una mujer espera, otra decide, una tercera se queda y vagabundea por el salón de los pasos perdidos, pronuncia un nombre en ruso; usa tacón mitad flamenco, mitad zueco.

Hay sueños. Hay secretos. Hay besos azules. Hay un desfile de escritores -Faulkner, Dinesen, Roth y Céline- en cafés ruidosos y apresurados, como preludio o como intermedio. Hay planes de viajar a Tánger en ferry, festivales de cortos por internet; la certeza que, en algunas ocasiones, no es posible hacer nada. Ni negar la crueldad. Tan sólo callar y estar. Aunque sea incomunicada, sin luz, teléfono, ni internet.

A veces me parece que la realidad se divide en planos, que estoy viviendo en una isla sin interferencias, llena de pasillos y techos altos; aplazando la cita con el cerrajero y el banco; mirando el reflejo del gato en la puerta de cristal, su juego de luces y sombras a media mañana. Un abrazo y un remoloneo al despertar.

Vivo lejos, a veces demasiado lejos, de una realidad que todavía supura. Muy cerca de un tiempo que ya no existe y que pretendemos reconstruir con fotografías en blanco y negros, en cliché, apostaladas.

Pero me dejaré vivir aquí mientras me arrastre la emoción de seguir contando esta historia. Me dejo habitar en este torbellino o en este paréntesis, por mucho frío que haga, demasiada humedad. Por mucho que se anuncien nervios y gritos, nudos y dudas. Prisas. Muchas prisas.

De momento, me quedo en esta isla, con los recuerdos de otro carnaval, la pila de libros, algunos retazos de conversación. En esta casa de margaritas amarillas sobre el piano. De ropa apilada, con el óxido por resolver. Con Rodrigo Leão de fondo, Frank Sinatra, un poco más de Pedrito; los cojines en el suelo y el frigorífico lleno. Con una colección de corazones que laten a las cuatro semanas de vida.

1 comentario:

Isabel Sira dijo...

Ya sabes que me encanta, ¿verdad? Un beso guapa.