viernes, 27 de junio de 2008

27 de junio

No tiene fin ni principio ni causa concreta. Puede llegar en cualquier momento, cualquier lugar. Una palabra, un pensamiento lógico, algunas fases del sueño y allí está él, con todas las preguntas que no he sabido contestar desde entonces, quizás porque no tienen respuesta y es demasiado doloroso inventarse una que convenza día sí día también.
Pero hoy, que es su no cumpleaños, con todo el vacío que un no como ese implica, prefiero pensar que nunca lo supo, no quiso creerlo pero, por si acaso, robó dos segundos de lucidez para decir adiós.

“Él por ella, ella por él, se dicen adiós con un gesto mudo. Un beso, una caricia y tanta vivencia acumulada. La agarra por la cintura antes de quedarse sin la fuerza necesaria para alzar los brazos, rozar su cuello, arrastrarla suavemente hacia él.
- ¿Qué me pasa?
- ¿Qué quieres, mi amor?
- Me voy
- Te sostengo
Toda la existencia en común. Un quejido. Amargo. Roto. Bésame”

martes, 24 de junio de 2008

Siesta


El letargo se va adueñando poco a poco de mi cuerpo. No sé si estoy dormida o despierta, quizás en ese mundo intermedio de rostros y sombras que recordaré al abrir los ojos.

Entro en un bar oscuro y caldeado, de paredes desconchadas,olor a tabaco y alcohol. Trabajo localizando escenarios de película y busco un lugar así, solitario y con una mesa de billar. Acabo de encontrar lo que necesitaba en un pueblo perdido de Portugal pero, entonces, veo algo más. Un anciano sentado en esa sala, vestido de negro, con las manos apoyadas en el bastón y la mirada fija en la mesa de billar. Y, de repente, soy algo distinto. Quizás fotógrafa. Viajo por ahí atenta a los seres que esperan sentados a que el tiempo pase y no queme. A que los buenos tiempos regresen. A descansar con la mirada en un punto y el resto de la vida en otro.

Mi cuerpo hace volteretas sin cesar y vuelvo al teatro, con sus sombras. Sé que son ellas, no nosotros ni el vestido ni la intención, las que cumplen el viaje temporal. Y volverán... Eso alcanzo a pensar mientras mi cuerpo ya no obedece la orden de moverse y duermo apaciblemente lo que me queda de siesta.

Foto: cflópez / festival de mérida

viernes, 20 de junio de 2008

Lealtad

Si mis uñas están pintadas de negro, es que mis pies están dispuestos a seguir corriendo, a teñirse de polvo, a amoldarse a la piedra.

Ya llega, el verano se acaba y creo que nadie, y digo bien, nadie, ni yo ni tú ni él, somos más fuertes, más poderosos, ejercemos semejante fascinación.

Bienvenido a la inocencia que no hay quien derrumbe. A la tela de araña que te engulle sin opción.

miércoles, 18 de junio de 2008

75 aniversario


Le he dedicado los últimos ocho meses de mi vida a una mujer de tez morena y ojos oscuros, que detestaba homenajes como éste. "Crean mitos personales", decía.

Han sido horas y horas de trabajo acumulado, siempre con prisas, siempre conscientes que la historia se reinventa cuando es otro quien la cuenta. Horas y horas deshaciendo la madeja, de punta a punta; creando lazos con voces a las que quizás nunca pondré rostro y rostros que no olvidaré. Noches de lectura, de felices descubrimientos, como la feroz ingenuidad de Casona, el actor marioneta de Craig, cómo hacer (teatro) para superar este nuevo obstáculo. ¿Qué habría hecho Cipri para convertir esta piedra del camino en un elemento más del escenario?

Han sido ocho meses duros, intensos, curiosos, emocionantes, desbordantes, con mi cuerpo y mi mente al límite de lo permitido. Dando abrazos a lo Bürmann, borrando las tinieblas con anís. Con mi carácter llevado al extremo, de la euforia a la rabia, del empecinamiento a la capacidad de dar. Pero si das en exceso, algo se descompensa, por eso llego a la ¿meta? muy cansada y con la lucidez puesta en el futuro. Porque el presente no me sirve, será efímero, como el teatro. Como las estatuas que no se erigen, se inauguran.

Llego a la fecha de celebrar sabiendo que la reconstrucción de un mito, estos meses, han vuelto a sacar lo mejor y lo peor de mí, como Mislata, como las próximas veces que decidiré implicarme hasta la médula, aunque sepa que no es lo más conveniente. Llego al 75 aniversario tratando de recordar qué nos impulsó hasta aquí ("una mujer que no se callaba"), tratando de regenerar las fuerzas. Y, aún así, pese a todo lo dicho y lo hecho, pese a las palabras innecesarias que se vomitan, pese a las buenas y las malas intenciones, gestiones, políticas... lo cierto es que habría dado lo que fuera por sentir en mi piel aquel 18 de junio de 1933 de tierra y piedra. Y eso basta para olvidarlo todo y brindar por Margarita Xirgu esta noche.

Foto: cflópez / festival de mérida

lunes, 16 de junio de 2008

Dimensiones

Me abrazas en mitad del salón mientras suenan los primeros acordes de A Naifa. Me abrazas y bailamos y es un baile por Sofía, que no tiene piernas pero sí el secreto del fuego.

"Cada llama guarda un secreto. (...) En el fuego están incluso todos los recuerdos. Mirando el fuego atentamente uno puede recuperar recuerdos que quizá un día creerá haber olvidado para siempre"

Recuerdos que se borran, como a J. se le han borrado casi todas las palabras, pero no el camino de llegar hasta ellas, con paciencia, con una paciencia infinita cuando el tiempo ya tiene otra medida y es terriblemente costoso volver atrás.

Me agarras fuerte y seguimos bailando también por J. y por la paciencia infinita ante los problemas que sí podemos solucionar. Que provocan un cambio de dimensión, que te colocan en tu sitio: en la fortuna de residir bajo este sol europeo, desayunando ante un rosal fértil y cuando el mayor problema es decidir cómo hacerlo, hacerlo bien.

"Ya se había hecho de noche, por lo que apenas podían verse.
Pero la alegría era algo que no hacía falta ver para comprenderla o compartirla con alguien.
Igual qye la tristeza y el dolor
"
El secreto del fuego - Henning Mankell

lunes, 9 de junio de 2008

Nelio

Se ha muerto Nelio. Pero eso ya lo sabes desde que lees el argumento del libro. Al noveno día, tantos como capítulos. Lo que ignoras es que Nelio se muere cada día, mientras pestañeas, sin un Cronista de los Vientos que se suba al tejado del teatro para contar su historia.

"No es que tema caer en el olvido. Es que no quiero que olvidéis quiénes sois"
Comedia infantil. Henning Mankell

miércoles, 4 de junio de 2008

Leer, leerte, que te lean...


Aquel viaje fue intenso por muchísimas razones. Por buscar a un maquis olvidado en una perdida y todavía más olvidada aldea de El Barco y encontrarlo en casa, sentado enfrente del televisor. Llamar tímidamente a su puerta y que su mujer dijera: “dejadlo, no quiero que recuerde aquello”.

Está lleno de emociones, de fantasmas. Los de las ruinas de Belchite, el cuadro del Guernika, las explosiones que se oían desde El Escorial con todos los sentidos cerrados, las trincheras que subsisten en los campos de Madrid.

No conservo ninguna fotografía y han pasado ya algunos años, otros territorios, pero sigo siendo capaz de trazar el recorrido, de recordar nítidamente lo visto y sentido en el cementerio de Santander, ante el Ebro (la niña de los pies congelados), ante la tumba de Franco (la rabia), en Brunete (el miedo-euforia). No sólo porque aquellos días fueron engendrados, tiempo atrás, en largas horas de lectura, de curiosidad que quería ser saciada, casi una obsesión, sino porque uno de sus momentos más mágicos fue cuando me pidieron: “cuéntame qué pasó en la batalla de Brunete”. Y los kilómetros se iban deshaciendo con la lectura de fechas, hechos, circunstancias, nombres, consecuencias, opiniones…

Leer, leerte, que te lean… como cuando eres niño y te cuentan cuentos, como cuando eres mayor y te narran otras historias tan distintas pero, al fin, que te abracen con las palabras, que te transporten, compartir. La fusión de dos a través de la voz de un tercero.

Preguntar, comentar, aprender. “¿Sabes qué quieren los niños africanos? Un DNI…” Un simple DNI para existir. “Para poseer un documento que certifique que tenemos derecho a ser quienes somos”. Y pasan las horas tempraneras del fin de semana absorbiendo todo tipo de ‘datos basura’, los cuerpos enlazados en el sofá con Ángel González, Kapuscinsky y el Rif; los viajes con Alfonso Guerra y su voz distinta. Otra vez niña, otra vez adulta. Pensando en voz alta, imaginando. Creando un lazo que nos llevará a Mozambique, donde dicen que se habla un portugués muy dulce, se cultivan castañas y anacardos y la luz del Índico recorre toda la paleta de los azules. Donde habita un pueblo que vivió 26 años de guerra y quiso olvidarla con pan y teatro.

Leer, leerte, que te lean… los cuadernos africanos, la dignidad que vendrá con las lluvias, la comedia infantil, los cuentos de Ramón… y construir viajes que se hacen ya de antemano. Que se van palpando.

Foto:
Flickr-thinkingpicture

martes, 3 de junio de 2008

Jacarandas


El Keops ya no existe. Ahora se llama Infinito o algo parecido, como infinitas parecían las madrugadas que hoy, vistas a la luz, resultan inconcebibles. Levantar los brazos con I., con M., con S. y S. y S. y cantar... "fugir p'ra outro lugar", improvisando el acento brasileño e invocando una profecía que esta vez sí, en esta ciudad sí llegaría a cumplirse.

En su fachada, el Bairro Alto ha cambiado. Hay más tiendas de diseño, nuevas galerías de arte, bares que han cerrado, la normativa que prohibe fumar... pero algo permanece inalterable, como le sucede a toda la ciudad, quizás un poco a Portugal. Que camina dando pasos apenas perceptibles. ¿O son pasos de gigante seguir eligiendo entre Ferreira Leite y Santana Lopes? ¿El tráfico en el Marquês, la locura colectiva por el fútbol, las tugadas? Fue esa lentitud la que me desesperó. La misma que, de regreso, me causa una mezcla de pereza e impaciencia.

Pero, en realidad, el tiempo sí pasa, aunque a veces parezca que se ha detenido en el Bairro Azul, en una factura por pagar, en las escaleras mecánicas de El Corte Inglés, sin solución posible tanto si subes como si bajas. El tiempo ha pasado. Sobre mí, sobre Lisboa, sobre todos y cada uno de nosotros. Quince meses. Con sus días y sus noches. Los anhelos y los miedos. La consciencia y las consecuencias.

A veces, es posible olvidarlo con un mensaje de cariño. El viento en Adraga, un daikiri en el molino. El tiempo se olvida si los abrazos se dan sin reproches. Si no cuentan las veces que llamas porque seguirá habiendo más intentos. El tiempo, al final, no importa porque las jacarandas han vuelto a florecer por toda la ciudad, feliz primavera que tiñe Lisboa de azul violáceo cada mes de mayo.